Reír es saludable |2ª parte|

reir es saludable
Foto: Archivo / InnovaMag.
 Reir es saludable (primera parte)
La risa y la Medicina

Durante el siglo XX, los científicos empezaron a interesarse de cerca en el potencial inestimado de la risa. Esto fue luego de darse a luz el caso del estadounidense Norman Cousins, el cual se curó de una enfermedad degenerativa, hasta entonces reputada de incurable, mirando películas y emisiones cómicas.

Cousins sufría de una enfermedad, que ataca a las articulaciones vertebrales causando parálisis y grandes dolores, al extremo de no poder moverse ni dormir. Un día, luego de haber pasado días sin poder dormir, decide encender el televisor y de casualidad, empieza a reírse a carcajadas mirando un programa cómico. Cuando paró de reír, cayó dormido.

Desde entonces, decidió empezar su propio tratamiento a base de películas de Charles Chaplin y los hermanos Marx. Después de cada sesión, lograba disfrutar de dos horas de sueño. Con el tiempo, los médicos observaron una mejoría drástica, hasta el punto de curarse. Según Cousins, la risa asociada a otros métodos de tratamiento, puede jugar un rol muy importante en la cura de ciertos males.

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Uno de los médicos más conocidos por la utilización de la risa como terapia, es el doctor Hunter “Patch” Adams, el cual fue personificado por el actor Robin Williams, en la película, que llevó su nombre. Graduado en 1971 como médico, convencido del lazo que une al medio ambiente con el bienestar. “Patch” cree en el poder del amor y la alegría, para sanar los males, que azotan a nuestras sociedades.

Remedio contra el dolor

El caso de Norman Cousin impulsó a los médicos en una carrera de estudios científicos para comprender mejor la fisiología de la risa. Esto incitó a los hospitales y centros de salud a poner en pie “videotecas del humor” y a ofrecer espectáculos humorísticos a sus pacientes. De esta manera, descubrieron que aunque la risa no es ‘EL‘ remedio milagroso, ella puede contribuir a reducir la ansiedad y la depresión, que sufren los enfermos crónicos.

En España, el psicólogo José Elías afirma que la risa es un excelente antídoto contra el dolor y la obsesión, puesto que es imposible pensar y reír a la misma vez. Elías recomienda un mínimo de tres dosis de risa al día de un minuto de duración. Está demostrado que la risa es una anestésico frente al dolor de umbral bajo, pero igualmente eficaz. Cada vez que nos reímos nuestro cerebro produce una sustancia llamada endorfina, la cual se asemeja a la morfina, comúnmente conocida por sus propiedades analgésicas. Por otra parte, los efectos benéficos dependen de la capacidad de cada individuo a producir dicha sustancia.

La risa en nuestra sociedad

Según un estudio del siquiatra y neurólogo de la universidad de Stanford, William Fry, un niño sonríe hasta 300 veces al día, antes de cumplir los seis años. El adulto más risueño, suele sonreír más de 100 veces al día y los menos alegres, apenas llegan a las 15 veces diarias. De esta manera, podemos observar la diferencia existente entre los niños y los adultos. A primera vista, podríamos pensar que los años nos va amargando la vida, pero la realidad es otra. La risa pasa de ser un impulso natural, irreprimible, a una respuesta opcional a ciertos estímulos. Esto está íntimamente relacionado a las reglas de la sociedad. Reírse francamente, sin someterse a las cortapisas de la cortesía, la oportunidad o el respeto a lo correctamente, está muy mal visto.

De todas maneras, más allá de las reglas, que rigen nuestro comportamiento en sociedad, la risa forma parte de nuestro sistema de comunicación. Además, en ella se esconde una ‘aliada’, que tenemos a nuestra disposición para enfrentarnos a la vida, el dolor, la soledad, la insatisfacción, e inclusive, a la enfermedad.

 Reir es saludable (primera parte)
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