Viaje al centro de la incertidumbre

Tierra Hueca
Fuente: Internet.

¿Qué tan firmes estamos sobre el suelo, que pisamos? ¿Qué tan seguros estamos de cuán sólido pueda ser?

Estas preguntas alentaron a Jules Verne, uno de los más conocidos escritores de novelas fantásticas, quien en 1864 publica una obra cuyo argumento plantea precisamente estas dudas. Los personajes de “Viaje al centro de la Tierra”, el Profesor Otto Lindenbrock y su sobrino Axel parten acompañados de un guía islandés en busca de un mundo fantástico ubicado en las entrañas mismas de nuestro tan sólido planeta.

Seguían las pistas dejadas por un sabio islandés del siglo XII, quien había escrito un texto cifrado donde contaba de la existencia de tal fantástico mundo interior y la forma de acceder al mismo. Los personajes de Verne efectivamente lo descubren, ingresan a ese mundo desconocido y subterráneo por un perdido lugar de Islandia y atraviesan Europa para emerger nuevamente a la superficie en Italia.

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¿Creía Verne realmente en la existencia de este mundo subterráneo? No lo sabemos, pero lo cierto es que no fue el único hombre que se ha visto atraído por esta idea.

El reino de la mítica Agartha

Tierra Hueca
Fuente: Internet.

La idea de una “Tierra Hueca” fue planteada y manejada desde hace mucho tiempo por los más variados personajes de nuestra historia, desde científicos serios hasta médiums y espiritistas, que decían haber visitado sus ciudades.

Los antiguos textos de la religión brahmánica (antiquísima idea hinduista de un dios sin forma definida), ya hablaban de una tierra santa, que algunos interpretaron como ubicada en el interior de la superficie visible y llamaron Agartha o Agarthi.

Agartha se extendería a lo largo y ancho de Asia y el resto del mundo, y sus entradas estarían ubicadas en varios puntos distribuidos en los distintos continentes, pero ya estarían cerrados para impedir el acceso de nuestra civilización. Su capital recibiría el nombre de Shambala, y allí reinaría el Rey del Mundo. En este mundo mítico y oculto no existiría el crimen y el mal sería algo desconocido. Los más osados incluso, plantean que allí abajo, en este mundo invisible a nuestros ojos, este Rey del mundo, también llamado Brahamatma, decide el curso de los acontecimientos que se dan en la superficie.

La historia del almirante

El almirante Richard E Byrd frente a su acuaplano Vought VE 7 Bluebird Foto original de George Grantham Bain

Tal vez uno de los más renombrados investigadores, que ha hablado públicamente sobre esta teoría de la Tierra hueca haya sido el almirante Richard Evelyn Byrd, quien como oficial de la marina estadounidense realizó serias investigaciones científicas a lo largo de su carrera en lugares muy diversos. En reconocimiento a su labor recibió numerosas distinciones por su trabajo y su rigurosidad científica, entre ellos la Medalla de Honor, la Cruz de la Armada, la Cruz de Vuelo Distinguido y la Legión al Mérito. Pero, una de sus travesías cambiaría su vida para siempre.

Aviador experimentado, en 1947 tiene una extraña experiencia viajando al Polo Norte. Según un relato, que se le atribuye como su diario, el almirante Byrd pierde contacto radial y se pierde en un territorio desconocido. Según dicha historia cuenta, el inhóspito paisaje polar dejó de pronto de ser tal, y ante los ojos de Byrd y sus acompañantes, se dibujaba otro muy distinto, con llanuras verdes, ríos, montañas y vida animal. Lo que viene luego es aún mas desconcertante para quienes lo leen.

Según esta versión de la historia, Byrd habría entrado al interior de la Tierra, cuyas entradas estarían, entre otras ubicaciones, en los dos polos terrestres. Allí habría sido conducido ante sus gobernantes, quienes se habrían mostrado muy preocupados por el curso que los acontecimientos en la superficie estaban tomando -recordemos que en ese año, los Estados Unidos atacan las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki con bombas de hidrógeno, y la destrucción nuclear ya era una amenaza real. Visitó las ciudades de este mundo subterráneo y conoció su cultura y su forma de vida. Sus huéspedes le habían elegido, según expresaron, por ser un hombre de bien, serio, justo y de confianza. Su misión sería trasmitir la preocupación de los habitantes subterráneos a los gobiernos de la superficie.

Lo que vino después es costumbre de citar entre los adeptos a las teorías conspirativas: el almirante Byrd habría sido obligado a callar por el gobierno de los Estados Unidos, aunque su vida ya nunca sería la misma.

Cierto o no, hoy en día nadie parece no aceptar la idea de que la Tierra pueda ser hueca. Sin embargo, ¿por qué no dejar siempre una puerta abierta a la incertidumbre? Eso es, quizás, lo que hace un poco más interesante nuestras vidas, cuya rutina pide a veces un respiro de imaginación y asombro.

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