Oro azteca para el corazón

Representación artística del emperador azteca Moctezuma. Al pie, una pieza de arte mexica en oro.

Para el habitante prehispánico intercambiar oro por un espejo, era un cambio sencillo de un valor de uso por otro, que lo podía utilizar como amuleto. Para el español, que arribó al nuevo continente, era un cambio complejo -en su pensamiento- de un valor de cambio menor por otro mayor, que lo podía utilizar como riqueza. El oro para las sociedades prehispánicas no tenía un valor comercial. 

Ante un gran imperio

Los españoles arriban por primera vez al gran imperio azteca, cuando gobernaba Moctezuma.

En una tercera expedición, Hernán Cortés parte de Cuba el 18 de febrero de 1519 al mando de 11 barcos y unos 500 hombres. En ese entonces, desconocían la existencia de ese imperio.

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En sus primeros contactos con los naturales del territorio azteca, los españoles adquieren mediante trueque, algo de oro, incluso, a través de un intérprete preguntaban sobre este metal precioso.

…si había minas en aquella tierra de oro y plata, y como tenían y de donde aquello poco que tenían…”

Francisco López de Gómara¹, página 93.

Ellos le respondían que no tenían minas, ni buscaban oro, lo que hallaban era de casualidad.

Para los aztecas, el oro era considerado como una materia con cierto valor divino: el «excremento de los dioses». En cambio, para los españoles su posesión era sinónimo de fortuna.

Para los siguientes intercambios, Hernán Cortés ordenó a su gente como estrategia de no mostrar demasiado interés por el oro.

…mandó pregonar en el real, que ninguno tomase oro, so penas graves, sino que todos hiciesen que no lo conocían o que no lo querían, porque no pareciese que era codicia, ni su intención y venida a sólo aquello encaminaba…”

Francisco López de Gómara¹, página 89.

En su primer contacto con un importante funcionario azteca Teudille Cortés le mencionó, que quería visitar al emperador Moctezuma. Incluso, le preguntó sí el monarca poseía oro, porque lo necesitaba para curar a varios de sus soldados, ya que el oro les curaba las afecciones o dolencias del corazón.

“…Cortés le preguntó si Moctezuma tenía oro. Y como respondió que sí, «envíeme», dice, «de ello; pues tenemos yo y mis compañeros mal de corazón, enfermedad que sana con ello…”

Francisco López de Gómara¹, página 92.

Hernán Cortés envió unos presentes al emperador azteca, entre ellos un casco oxidado, chapeado de oro, que pertenecía a uno de sus soldados; pero lo enviaba con la condición de que lo devolviera llena de pepitas de oro.

El oro y los males del corazón

¿Existía alguna relación entre el oro y las enfermedades del corazón?

Al respecto, debemos mencionar que casi todas las civilizaciones surgidas en el mundo, tuvieron alguna idea de cómo superar las enfermedades presentadas, utilizando para tal fin, todo aquello que les rodeaba, entre ellos los minerales.

Muchos pensaban, como los españoles que arribaron al territorio azteca, que los astros tenían cierta influencia sobre todo lo existente en la Tierra. La luna sobre la plata y demás cosas frías y húmedas, el planeta mercurio sobre el azogue y también sobre todo aquello que tiene facilidad para cambiar, como el camaleón, las ágatas, entre otros. En el caso del sol, como príncipe y señor entre las estrellas, sobre el oro y toda aquella cosa, que sea preciosa y excelente en cada género, como el corazón del cuerpo humano.

…del sol recibió el oro su resplandor, hermosura, excelencia y señoría, sobre todos los metales, él participó el ser amigo del corazón, sobre quien el sol tiene tanto predominio….”

Juan de Cárdenas², página 114.

Los españoles que avanzaban hacia Technotitlán, la capital del imperio azteca, ubicado a más de 2000 metros sobre el nivel del mar, debieron tener problemas al respirar un aire de escaso oxígeno (‘mal de altura’), lo más probable, sintiendo molestias en el corazón. ¿Esa sería la auténtica razón para solicitar oro a Moctezuma?

¹ Francisco López de Gómara, 1552, «Historia de la conquista de México»,  Editorial Océano,  2003,  México D.F., México.
² Juan de Cárdenas, 1591, «Problemas y secretos maravillosos de las indias», Alianza Editorial,  1988, Madrid, España.
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