Guatapé: un pueblo colombiano con zócalos a todo color



Vista parcial del Embalse de Guatapé desde la Piedra El Peñón. Foto: Jhon Castrillón / InnovaMag.

De territorio indígena a centro turístico acuático

El pequeño municipio que, en décadas anteriores, vivía de la ganadería y la agricultura, cambió de repente su economía por las actividades turísticas. La razón del cambio fue la creación de un embalse artificial, logrado mediante la desviación del cauce natural de un río en 1978, que inundó más de 2300 hectáreas de una vasta zona agrícola, dando origen a un embalse artificial para la operación de un nuevo complejo hidroeléctrico.

Dicho suceso, transformó el paisaje de la región en una hermosa laguna, rodeada de montañas y cientos de islotes, que semejan su belleza a la de los grandes lagos de los países alpinos europeos.

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El Embalse de Guatapé, cuyas aguas rodean por completo la pequeña localidad, es uno de los grandes atractivos. No solo por su exuberante belleza paisajística, sino también por las distintas actividades marinas que se pueden disfrutar en esta amplia extensión acuática. Entre ellas, se incluyen, recorrido libre en lancha, jet sky, kayak, vela o un paseo en barco por algunas de las islas más fascinastes del embalse, en las que se encuentran cabañas embellecidas, con frondosos pinos, y hoteles rodeados de agua.

La Piedra del Peñón, una joya gigante de Guatapé

Además de la diversión acuática, una roca gigante, también espera la visita de los turistas. Se trata de la Piedra del Peñón de Guatapé, el monolito más grande de Colombia, que se localiza a escasos minutos del pueblo. Sus 220 metros de altura, equivalentes a un edificio de 80 pisos, y sus 740 escalones adaptados para subirla, no son un impedimento para alcanzar la cima de esta impresionante formación rocosa. La mayor recompensa aguarda en la cumbre de la piedra, desde donde se puede observar, en panorámica de 360 grados, la impresionante belleza natural del idílico embalse, rodeando el malecón del pueblo.

Un colorido pueblo a orillas de un mar interior

Guatapé en sí, es una verdadera joya turística digna de admiración. Sus calles empedradas se embellecen a lado y lado con las coloridas fachadas de sus casas adornadas con zócalos. Se trata de frescos multicolores con pinturas en alto relieve colocados sobre los muros frontales de cada una de las viviendas, que simbolizan la cultura del pueblo, la historia familiar, el embalse y hasta la enorme piedra que lo divisa. Cada una de sus callejuelas son un museo al aire libre, creado por amor a su pueblo, con el aporte y calidez de cada uno de sus habitantes.

Las opciones de hospedaje, en un pueblo que recibe más de un millón de turistas al año, también son abundantes. Desde cabañas en las montañas y veredas cercanas, cómodos hoteles tradicionales con precios atractivos, hasta reservas naturales y hoteles de lujo con jacuzzi en cada habitación y vistas al embalse, son algunas de las acomodaciones y de las 1500 camas que tiene a su disposición esta mágica población colombiana, llena de color y rodeada de un precioso mar interior que es observado eternamente por esa inmensa roca que lo acompaña.

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